martes, 14 de agosto de 2007

Paulina

Camuflado en la dosis que mantiene vivo tu deseo
rondé por tu sangre, visité tu corazón,
hasta que tus leves pálpitos despertaron
y me vi arrojado casi a la superficie,
donde el calor hizo que me evaporara.
Ahora estoy ligado a tu dulce olor,
efluvio único y quizás inolvidable,
vagando por el aire, invisible,
y lo único que procuro es seguir fluyendo.

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